Nutrir el cuerpo, sanar el alma

Nutrir el cuerpo, sanar el alma

  • julio 29, 2019

Cuando el alma duele…

Nuestros hábitos de alimentación, actividad física, sueño, también sufren.

En los últimos años se ha comprobado científicamente que nuestros cuerpos influyen en nuestras mentes, y nuestras mentes afectan nuestros cuerpos.  Nuestras emociones también afectan nuestras mentes y nuestros cuerpos; así como la mente afecta las emociones.  No cabe duda de que somos seres integrales y que el desbalance un aspecto de nuestra humanidad desbalanceará al resto.

En momentos de duelo la conexión de la mente con las emociones y cuerpo tiene un efecto sobre los hábitos.  No es raro que con emociones como tristeza y enojo algunas personas coman más de ciertos alimentos mientras a otras se les quita el apetito como si la garganta se cerrara y no dejara pasar nada.  Traduciendo esto específicamente a la alimentación, los hábitos saludables que nos habíamos propuesto, la intención de hacerlo y la capacidad de controlar la conducta, desaparecen.  De repente nos encontramos comiendo muy poco o, ahogándonos en un galón de helado,  una bolsa de papalinas, una pizza completa, un pastel gigante de chocolate…

El cuerpo afecta la mente y las emociones. Cuando comemos exceso de azúcar, grasa, en un horario desordenado o, dejamos de comer, experimentamos malestares físicos, cansancio y emociones negativas como culpa y decepción, y tendemos a despertar la auto-crítica negativa.  Ese collage de síntomas físicos y emociones negativas afectan nuestra mente y la capacidad de tener claridad de pensamientos y paz emocional para afrontar el duelo o la situación difícil. Sin embargo, la batalla no está perdida cuando nos hacemos conscientes del círculo vicioso y podemos romperlo.

Es así como atender nuestro cuerpo y cuidar la alimentación nos hará más fuertes física, mental y emocionalmente para lidiar con eso que la vida nos puso enfrente. Comer más de los alimentos que nos hacen bien físicamente es una herramienta poderosa. Dentro de esos alimentos están las frutas, las verduras, las comidas bajas en grasa y granos integrales, y también los alimentos bajos en azúcar. Esto significa enfocar nuestra alimentación al auto-cuidado, respondiendo a la pregunta: ¿Cómo cuido mejor de mí?

Vale la pena recordar que el alma no se cura con comida, el alma se cura dentro de un cuerpo fuerte, con una mente clara y enfocada en el presente, y nutriéndola con gratitud, compasión, generosidad, amor hacia otros y muchísimo amor hacia nosotros mismos.

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Cuando el alma duele…

Nuestros hábitos de alimentación, actividad física, sueño, también sufren.

En los últimos años se ha comprobado científicamente que nuestros cuerpos influyen en nuestras mentes, y nuestras mentes afectan nuestros cuerpos.  Nuestras emociones también afectan nuestras mentes y nuestros cuerpos; así como la mente afecta las emociones.  No cabe duda de que somos seres integrales y que el desbalance un aspecto de nuestra humanidad desbalanceará al resto.

En momentos de duelo la conexión de la mente con las emociones y cuerpo tiene un efecto sobre los hábitos.  No es raro que con emociones como tristeza y enojo algunas personas coman más de ciertos alimentos mientras a otras se les quita el apetito como si la garganta se cerrara y no dejara pasar nada.  Traduciendo esto específicamente a la alimentación, los hábitos saludables que nos habíamos propuesto, la intención de hacerlo y la capacidad de controlar la conducta, desaparecen.  De repente nos encontramos comiendo muy poco o, ahogándonos en un galón de helado,  una bolsa de papalinas, una pizza completa, un pastel gigante de chocolate…

El cuerpo afecta la mente y las emociones. Cuando comemos exceso de azúcar, grasa, en un horario desordenado o, dejamos de comer, experimentamos malestares físicos, cansancio y emociones negativas como culpa y decepción, y tendemos a despertar la auto-crítica negativa.  Ese collage de síntomas físicos y emociones negativas afectan nuestra mente y la capacidad de tener claridad de pensamientos y paz emocional para afrontar el duelo o la situación difícil. Sin embargo, la batalla no está perdida cuando nos hacemos conscientes del círculo vicioso y podemos romperlo.

Es así como atender nuestro cuerpo y cuidar la alimentación nos hará más fuertes física, mental y emocionalmente para lidiar con eso que la vida nos puso enfrente. Comer más de los alimentos que nos hacen bien físicamente es una herramienta poderosa. Dentro de esos alimentos están las frutas, las verduras, las comidas bajas en grasa y granos integrales, y también los alimentos bajos en azúcar. Esto significa enfocar nuestra alimentación al auto-cuidado, respondiendo a la pregunta: ¿Cómo cuido mejor de mí?

Vale la pena recordar que el alma no se cura con comida, el alma se cura dentro de un cuerpo fuerte, con una mente clara y enfocada en el presente, y nutriéndola con gratitud, compasión, generosidad, amor hacia otros y muchísimo amor hacia nosotros mismos.

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